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Rocas lunares recolectadas hace 50 años revelan los secretos de la 'atmósfera' lunar

El estudio de la Luna siempre ha fascinado a los científicos, y las muestras recolectadas por las misiones Apolo hace más de medio siglo continúan ofreciendo revelaciones cruciales. Un reciente artículo en Science Advances ha descubierto que los micrometeoritos desempeñan un papel fundamental en la configuración de la exosfera lunar, la tenue "atmósfera" de nuestro satélite natural. Este hallazgo arroja nueva luz sobre los procesos dinámicos y exóticos que modelan la superficie lunar, en un contexto muy diferente al de la Tierra, donde fenómenos como el viento y la lluvia son inexistentes.


La imagen de la izquierda es un fragmento de roca recolectado por el Apolo 16 cerca del Cráter Descartes. Museo Nacional de Historia Natural (Washington D. C.).
La imagen de la izquierda es un fragmento de roca recolectado por el Apolo 16 cerca del Cráter Descartes. Museo Nacional de Historia Natural (Washington D. C.).


Un estudio publicado en la revista Science Advances indica que los micrometeoritos son fundamentales para la formación de la exosfera lunar. En la Tierra, los fenómenos meteorológicos son una parte integral y visible de la vida diaria. El viento, por ejemplo, puede levantar y mover granos de arena en las playas, creando dunas cambiantes esculpidas por la fuerza del aire. La lluvia, por su parte, tiene la capacidad de transformar el suelo seco en barro, alterando la estructura del paisaje. Estos procesos naturales son esenciales para la configuración de nuestro entorno y son fácilmente observables.





En contraste, la Luna presenta un contexto radicalmente diferente, con procesos que afectan su superficie de manera más exótica y extrema. La Luna carece de una atmósfera densa como la de la Tierra, lo que implica la ausencia de viento y lluvia como los conocemos. En su lugar, la superficie lunar es bombardeada por partículas cargadas provenientes del Sol, conocidas como viento solar. Estas partículas de alta energía impactan continuamente la Luna, arrancando partículas del suelo y lanzándolas al espacio exterior. Además del viento solar, la Luna recibe impactos de miles de diminutos meteoritos diariamente. Estos micrometeoritos, al colisionar con la superficie lunar, liberan una cantidad de energía suficiente para fundir y vaporizar el material en los puntos de impacto. Este proceso no solo crea pequeños cráteres, sino que también libera átomos y moléculas hacia el espacio.


La intensa luz solar que incide directamente sobre la superficie lunar también tiene efectos significativos. La energía del Sol puede hacer que las moléculas del suelo lunar salten y se dispersen, contribuyendo a la formación de una atmósfera extremadamente delgada conocida como exosfera. Esta exosfera está compuesta por átomos que provienen del suelo lunar y es tan tenue que los átomos individuales raramente colisionan entre sí.





Desvelando la atmósfera lunar

La exosfera lunar está débilmente ligada a la superficie debido al escaso campo gravitatorio de la Luna. Durante mucho tiempo, ha sido un desafío determinar cuál de los muchos procesos que actúan sobre el suelo lunar es el principal contribuyente a esta exosfera. Sin embargo, investigaciones recientes han proporcionado una respuesta clara. A través del análisis de muestras traídas por las misiones Apolo, la cosmóloga Nicole Xike Nie del MIT y sus colegas han concluido que los impactos de micrometeoritos son la principal fuente de los átomos que componen la exosfera lunar.


Este importante descubrimiento, publicado en la revista Science Advances, revela que los micrometeoritos juegan un papel crucial en la configuración de la atmósfera lunar y proporcionan una comprensión más profunda de los procesos dinámicos que afectan a nuestro satélite natural. Concretamente, representan más del 70% de su composición, mientras que la erosión del viento solar contribuye con alrededor del 30% o menos.





Los secretos que esconden las rocas

A pesar de haber sido recolectadas hace más de 50 años, las muestras del Apolo siguen siendo muy valiosas para la investigación científica. El equipo de Nie utilizó porciones de 10 muestras diferentes, de cinco sitios de aterrizaje diferentes, que suman solo 50 miligramos de polvo de roca lunar. En el polvo, el equipo buscó las huellas químicas de diferentes tipos de meteorización espacial en forma de isótopos de potasio y rubidio, dos elementos especialmente sensibles a la meteorización espacial observada en la Luna. Los isótopos son elementos con el mismo número de protones, pero diferente número de neutrones. Los átomos comparten muchas propiedades químicas y físicas, pero tienen masas ligeramente diferentes.


La exosfera probablemente contiene isótopos más ligeros de potasio y rubidio en comparación con el suelo lunar, y cada proceso de meteorización deja una mezcla diferente de isótopos pesados en el suelo. Basándose en la mezcla de isótopos en las muestras, los investigadores rastrearon qué proceso influía más en la exosfera. Trabajos anteriores han demostrado que la luz ultravioleta del Sol recicla los átomos de la exosfera que regresan a la superficie pero no contribuye mucho a la exosfera, por lo que Nie y su equipo se centraron en los micrometeoritos y el viento solar.


Asumiendo que la meteorización espacial juega un papel importante en la formación de las superficies de los cuerpos planetarios, este conocimiento será especialmente relevante si la humanidad decide establecer una presencia no solo en la Luna, sino también en otros cuerpos planetarios en el futuro.

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