
¿Hay vida ahí arriba?
No hay duda que el gran esfuerzo, también económico que exige la investigación espacial está ligado de alguna manera a la búsqueda de vida en el universo. Por ejemplo, las sondas espaciales han explorado con mayor atención los planetas del sistema solar que se estimaban potencialmente más idóneos para albergar formas de vida, aunque fuera primitiva, con el fin de demostrar que la Tierra no es una excepción en el universo. La búsqueda de formas de vida extraterrestre, que implica a numerosos investigadores del mundo, sigue dos direcciones principales.
Excluida la existencia de formas de vida superior en otros planetas del sistema solar y, con mayor razón, de civilizaciones inteligentes, se avanza en la búsqueda de formas de vida primitiva (como bacterias) mediante una comprobación directa realizada por sondas interplanetarias automatizadas.
Dado que es más fácil identificar una forma de vida superior (una civilización como la nuestra es más ruidosa que un ejercito de bacterias y se hace notar a distancias planetarias con emisiones de ondas electromagnéticas de claro origen artificial), en el supuesto de que la vida tenga necesidades análogas en cualquier lugar del universo y de que en particular sea compatible sólo con estrechas franjas de temperatura similares a las terrestres, se buscan sistemas planetarios parecidos al nuestro, para iniciar un rastreo de emisiones artificiales. En esta actividad se emplean grandes instrumentos, como los radiotelescopios.
Aunque las investigaciones en ambas direcciones aun no han dado resultado, según los cálculos de probabilidad de algunos estudiosos tarde o temprano se descubrirá alguna forma de vida extraterrestre. Los planetas similares a la Tierra suman 600 millones, y eso sólo en nuestra galaxia. Por este motivo, nosotros seguimos nuestra búsqueda extraterrestre.