Los datos de Cheops y sus amigos sugieren que entre el calor y la luz insoportables de la cara iluminada por el sol del exoplaneta WASP-76b y la noche interminable de su lado oscuro, puede estar la primera "gloria" extrasolar. El efecto, similar al arco iris, se produce cuando la luz se refleja en nubes formadas por una sustancia perfectamente uniforme pero hasta ahora desconocida.
"Hay una razón por la que nunca antes se había visto gloria fuera de nuestro Sistema Solar: requiere condiciones muy peculiares", explica Olivier Demangeon, astrónomo del Instituto de Astrofísica e Ciências do Espaço (Instituto de Astrofísica y Ciencias Espaciales) en Portugal y autor principal de el estudio.
“En primer lugar, se necesitan partículas atmosféricas que sean casi perfectamente esféricas, completamente uniformes y lo suficientemente estables como para poder observarlas durante mucho tiempo. La estrella cercana al planeta necesita brillar directamente hacia él, con el observador –en este caso Keops– en la orientación correcta”.
Si se confirma, esta primera gloria exoplanetaria proporcionaría una hermosa herramienta para comprender más sobre el planeta y la estrella que lo formó.
"Lo que es importante tener en cuenta es la increíble escala de lo que estamos presenciando", explica Matthew Standing, investigador de la ESA que estudia exoplanetas.
“WASP-76b está a varios cientos de años luz de distancia: un planeta gigante gaseoso intensamente caliente donde probablemente llueve hierro fundido. A pesar del caos, parece que hemos detectado signos potenciales de gloria. Es una señal increíblemente débil”.
La confirmación del efecto gloria supondría la presencia de nubes formadas por gotas perfectamente esféricas, que han durado al menos tres años o se están reponiendo constantemente. Para que tales nubes persistan, la temperatura de la atmósfera también tendría que ser estable en el tiempo: una visión fascinante y detallada de lo que podría estar sucediendo en WASP-76b.
Es importante destacar que ser capaz de detectar maravillas tan diminutas tan lejanas enseñará a los científicos e ingenieros a detectar otros fenómenos críticos, pero difíciles de ver. Por ejemplo, la luz del sol reflejada en lagos y océanos líquidos , un requisito para la habitabilidad.
"Se necesitan más pruebas para decir de manera concluyente que esta intrigante 'luz extra' es una gloria poco común", explica Theresa Lüftinger, científica del proyecto para la próxima misión Ariel de la ESA .
“Las observaciones de seguimiento realizadas por el instrumento NIRSPEC a bordo del Telescopio Espacial James Webb de NASA/ESA/CSA podrían hacer el trabajo. O la próxima misión Ariel de la ESA podría demostrar su presencia. Incluso podríamos encontrar colores más gloriosamente reveladores brillando en otros exoplanetas”.